La situación del monasterio, en medio de asperísimas sierras que ciñen el Bierzo por el lado del mediodía, revela bien el terrible ascetismo de sus fundadores, pues está montado sobre un precipicio que da al río Oza, y por todas partes le cercan montes altísimos, riscos inaccesibles y oscuros bosques.
Sobre el monasterio de San Pedro de Montes en ‘El Señor de Bembibre’, por Enrique Gil y Carrasco.
La palabra árabe Barakah designa una cualidad espiritual, una suerte de presencia y revelación sagrada que puede encontrarse en algunos lugares, objetos físicos o incluso en personas escogidas por la divinidad. Según algunas corrientes espitiruales como el sufismo, cuando un santo (o murābiṭ) muere, su barakah inunda el lugar donde fallece, convirtiéndolo en un lugar sagrado.
Tendiendo esto en cuenta, se puede decir que el Valle del Silencio tiene mucho de esa barakah. Se trata de un lugar sagrado, refugio de eremitas y santos milagrosos, con cuevas en riscos inaccesibles, antiquísimos monasterios olvidados, un templo mozárabe (ya de por sí especial) con unos misteriosos petroglifos, y una arquitectura única. Pero sobre todo leyenda, historia y belleza, son excusas de sobra para pasar un fin de semana (incluso uno de los largos) por estos valles, donde disfrutar de la naturaleza y, como no, del silencio que le da nombre.
La ‘Tebaida’ berciana
En el siglo IV, Pablo de Tebas buscaba retiro espiritual en el desierto de La Tebaida, en Egipto. Siguiendo su ejemplo por todo el orbe cristiano, sus discípulos buscarían lugares remotos e inhóspitos donde liberar el espíritu y entregarlo a la divinidad, convirtiéndose en los primeros eremitas (que en griego significaba «hombres del desierto»). Y El Bierzo leonés, al igual que otras zonas del noroeste (como la Ribeira Sacra en Galicia) sería hogar de muchos de ellos.
A veces el eremita practicaba la ascesis, una práctica de formas muy diversas que en algunos casos llegaba a escandalizar a la propia iglesia por la dureza de sus métodos, de los cuales la abstención de ingerir alimentos o privación del sueño por largos periodos podían ser los más livianos. Se daban votos de castidad y de silencio en algunos casos, pero menos conocido era el voto de tinieblas, en el que el eremita se condenaba a sí mismo, voluntariamente, a un emparedamiento en vida. En palabras de Mircea Eliade, se trataba de «macerar la carne, disolver los estados de conciencia alimentados por el bienestar corporal…» para despertar en una conciencia superior. Este despertar, inquietaba a la Iglesia oficial, que no siempre aprobaba las prácticas ascéticas. En algunos casos, la vida del ermitaño era tan dura que necesitaban la ayuda de discípulos.
En los montes de León, el fenómeno eremítico es uno de los enigmas religiosos más inexplicables de la historia y cultura medievales. A partir del siglo VII y hasta la invasión musulmana, los ermitaños fueron llegando a estos lugares de modo masivo, poseídos por una fiebre mística colectiva, sólo comparable con la que sufrió la Tebaida egipcia dos siglos antes. El asunto llegó a preocupar a reyes como Ramiro II de León. ¿Qué era lo que tanto les atraía, que llegaban a cientos? El caso de esta zona es muy significativo: algunos historiadores hablan de hasta 37 monasterios sólo en el Bierzo, y eso sin contar con las innnumerables cuevas, ermitas o refugios improvisados que inundarían toda la zona y cuyos restos son aún visibles. A esto se debía el nombre de Tebaida Berciana.
Uno de los primeros eremitas en llegar a la zona fue San Fructuoso (S. VII), noble de origen visigodo que llegó en busca del contacto con Dios pero que, al igual que muchos otros, no se dedicaría únicamente a orar y a meditar: fue un monje constructor al que algunos investigadores atribuyen conocimientos herméticos y que erigió, entre otros, el Monasterio de San Pedro de Montes, que veremos más abajo. Pero su fama y trascendencia serían superadas por su sucesor, San Genadio.
Peñalba de Santiago
Testimonio vivo de una arquitectura a punto de desaparecer, Peñalba se sitúa justo al frente de la impresionante hendidura de roca viva que marca el comienzo del Valle del Silencio. Aunque se encuentra a tan sólo a 20 km de Ponferrada, el pueblo no parece pertenecer a nuestro tiempo, y su historia nos lleva de nuevo a aquellos antiguos eremitas que poblaron la zona.
Dos siglos después de las fundaciones de san Fructuoso, una vez frenado el avance de la conquista musulmana y bajo la frágil protección de los primeros reinos cristianos, el Valle del Silencio conocería una nueva etapa de esplendor gracias a la figura de San Genadio y sus sucesores. Nombrado obispo de Astorga (aunque ante todo era un eremita de tintes druídicos), llegaría al Bierzo en el siglo X con la misión de revitalizar y repoblar la comarca, en decadencia tras la ocupación árabe. Se cuentan muchas leyendas sobre él, como la del unicornio que se encontró en el bosque y del que se dice que siempre le acompañaba (su cuerno sería una reliquia sagrada para los lugareños de Montes de Valdueza), o la que explica el nombre del propio valle: en una ocasión, estando en la cueva donde se solía retirar, el murmullo de un arroyo cercano le perturbaba en su meditación, así que con su oración o tál vez sus ‘poderes mágicos’, logró cambiar el curso de las aguas para que no le molestasen más. Ese arroyo que desciende por el valle se conoce actualmente como Arroyo del Silencio.
La iglesia de Santiago
Cierto o no (aunque toda leyenda suele esconder alguna verdad que puede interpretarse de manera no literal), lo que sí sabemos es que san Genadio restauró el monasterio de Montes y fundó un monasterio en Peñalba dedicado a la memoria de Santiago apóstol. Sólo se conserva la iglesia, pero es testimonio más que suficiente para hacernos una idea de la riqueza cultural y la variedad de influencias místicas que llegaron a cristalizar en la zona.
Los cristianos que conservaron su religión tras la conquista musulmana fueron llamados mozárabes (significa «los que adoptan las costumbres de los árabes»). Al principio gozaron de cierta permisividad y pudieron mantener sus cultos, pero la época de tolerancia pasaría pronto, y muchos de ellos huyeron hacia el norte, buscando protección en el territorio reconquistado. Sólo hay que acercarse a la iglesia de Santiago para sospechar que, al menos uno de aquellos maestros mozárabes pudo trabajar y dejar su huella aquí.
Aunque por fuera nada llama nuestra atención, los arcos califales de la entrada confieren al templo un aspecto único y muy especial. A la vez que se construía esta iglesia (937), a ochocientos kilómetros de distancia el primer califa de al-Andalus Abderramán III levantaba su ‘ciudad brillante’: Medina Azahara. Desde allí, maestros mozárabes llevarían al norte la influencia del Califato Cordobés, que en el caso de Peñalba se mezclaría con rasgos autóctonos: herencia visigoda/bizantina (el arco de herradura y la cúpula central), romana (planta basilical), e incluso elementos celtas/astures (símbolos solares, y astrales en el exterior).
En el interior las peculiaridades continúan. Aunque la planta es de cruz latina, tiene dos ábsides contrapuestos, cosa bastante poco habitual. El segundo, orientado al sol poniente, y siguiendo una antigua tradición de la arquitectura sagrada, tenía una función funeraria y era por tanto un espacio dedicado a los muertos (enterramientos como el de san Genadio, entre otros). Estos dos ábsides por tanto nos refieren a un ciclo de muerte y resurrección. Además, muchas de las iglesias mozárabes se levantaban físicamente sobre un eremitorio o cuevas anteriores. Es el caso de San Pedro de Rocas (en la Ribeira Sacra), o San Baudelio de Berlanga en Soria. Algunos investigadores proponen una ‘traslación arquitectónica’, que pudo conferir a estos templos ese aspecto ‘cueviforme’, oscuro y de espacios reducidos.
Aunque es evidente que Santiago de Peñalba es en sí mismo un tesoro, ya no alberga tesoros o joyas, aunque hubo un tiempo en que sí las poseyó. La más famosa fue la cruz de Peñalba que regaló al monasterio el rey Ramiro II en el 940, y que se convertiría en el símbolo de El Bierzo. Elaborada al estilo de las cruces asturianas, actualmente se encuentra expuesta en el museo de León. Los símbolos de los brazos de la cruz son las letras Alfa y Omega (en referencia a los conceptos de principio y fin).
Este templo que Manuel Gómez Moreno descibiría como «uno de los ejemplos más preciosos que la arquitectura medieval remota conserva, testimonio de la fuerza extraordinaria y personalismo de nuestro arte medieval«, aún hoy suscita no pocas preguntas, como por ejemplo, ¿qué significado tienen las formas que rematan los modillones del alero? estrellas o espirales parecen querer remitirnos auna simbología solar que para algunos investigadores subyace en la propia función del edificio.
El ‘enigma solar’ de Santiago de Peñalba
Ya sea por influencia cultural, o simplemente para facilitar la conversión, las religiones emergentes suelen asimilar elementos de cultos anteriores, y el cristianismo no fue una excepción. Para investigadores como David Gustavo López, la iglesia de Peñalba preserva un emplazamiento ritual relacionado con el culto al sol, en su propias palabras construido “con precisión milimétrica, en el lugar donde se halla. Su promotor Salomón, discípulo de San Genadio, sin duda quiso preservar y envolver con un templo cristiano un lugar de culto al Sol, proveniente de una religión heliolátrica que él mismo profesaba”.
Su investigación comienza con la extraña piedra que se ubica sobre un ventana en el muro sur, la llamada ‘piedra de la cacería’. Se trata de un petroglifo con varios signos inscritos: dos antropomorfos en una escena que parece de caza, motivos vegetales, cruces y, de nuevo, un círculo solar con una cruz griega inscrita. Pero esta piedra no es el único petroglifo del templo. Dentro en el suelo de la nave central hay otro más, con la forma de varios círculos concéntricos. Y ahora viene lo interesante: ocurre que el sol,el día del solsticio de invierno (alrededor del 25 de diciembre), incide a las doce horas sobre esta ‘piedra de la cacería’, y sus rayos atraviesan la ventana para alcanzar exactamente el petroglifo del interior, funcionando como un auténtico reloj solar que señala con total precisión el solsticio de invierno. Muchas de estas características las encontramos también en San Miguel de Celanova, en Orense, otro templo igualmente singular con un outeiro o piedra solar en el exterior.
A San Pedro de montes por el sendero de la ‘Tebaida Berciana’
El Valle del Silencio es una zona privilegiada para la práctica del senderismo, con muchas rutas singulares entre las que destaca el sendero circular de la Tebaida Berciana hacia Montes de Valdueza, que nos lleva como primera parada desde Peñalba a la cueva de san genadio, a tan sólo 5 kilómetros de distancia. Éste es el lugar donde el mítico san Genadio pasó tanto tiempo y donde realizaría no pocos ‘milagros’. La cueva, parte de un conjunto de ‘cuevas del silencio’ fue acondicionada en el siglo XIX y aún hoy sigue siendo un frecuentado lugar de peregrinación. El interior es una capilla rupestre con una humilde estatua de madera en honor al santo, donde los peregrinos depositan sus peticiones, o agradecimientos, u otro tipo de exvotos. Desde aquí ya sólo quedan 5 km hasta Montes de Valdueza y el sendero es exigente, pero nos premia con algunas de las mejores vistas de la zona.
Claustro de San Pedro de Montes
Sorprende encontrar en estos lugares a peregrinos y viajeros de los lugares más insospechados.
Galería Subterránea
El monasterio, construido a partir de un eremitorio con cuevas que existía anteriormente, conserva galerías subterráneas que los monjes utilizaron como bodegas donde guardaban los víveres para todo el año
Lápida fundacional de la ermita de Santa Cruz, en Montes de Valdueza
Una de las joyas visigóticas del Bierzo (la lápida inferior izquierda) fue robada en 2007 sin que haya podido ser recuperada.
Arroyo del Silencio
Este arroyo, que da nombre al valle, es el mismo que san Genadio ordenó ‘silenció’ para que el rumor de sus aguas no le molestase en su meditación.
Espiral de piedras
De camino a Montes nos encontramos más símbolos solares. De alguna manera los ecos célticos aún resuenan en una zona donde abundan petroglifos y signos ancestrales. No lejos de aquí se encuentra el ‘Campo de las danzas’, llamado así en recuerdo de las danzas paganas que se realizaban en tiempos remotos.
Montes de Valdueza es actualmente una pequeña población que guarda aún rasgos medievales en estado puro, el un paisaje que lo reodea y su una arquitectura popular lo convierten en uno de los pueblos más bellos de la provincia. Bajo un clima a menudo áspero y lluvioso, Montes seurgió de la agrupación de los habitantes alrededor del monasterio de San Pedro. Este monasterio fue una de las fundaciones de san Fructuoso en el siglo VII y sería recuperado en la restauración de san Genadio y sus doce compañeros más en el X. De entre el abandono y la ruina que invaden sus muros, destaca la torre de la iglesia, que es la parte más antigua y embemática. Nuevas aldeas surgirían alrededor de la protección del monasterio que se acogería a orden benedictina, y comenzaría su declive a finales de la edad media para acabar convertido en un almacén de maderas tras la Desamortización, que para colmo se incendiaría en 1842.
En el interior del monasterio se guarda aún la llamada Virgen de la Guiana (topónimo procedente del monte Aquilana). Antiguamente los lugareños llevaban a la estatua en procesión hacia otra ermita (en ruinas) en lo alto del monte Aquiana, donde quedaba guardada cierta parte del año, pero antes paraban en el Campo de las Danzas -cuyo nombre nos remite a danzas o rituales de época precristiana– donde esperaban a los vecinos del cercano Ferradillo para subir juntos en procesión a la cima.
El Teleno: la montaña sagrada
Algunos investigadores apuntan un dato curioso, y es que hay indicios de que estos lugares fueron zona sagrada por lo menos desde las migraciones celtas y que los dos picos que dominan la comarca, el Teleno y la Aquiana, fueron montes sagrados desde tiempo inmemorial. De hecho Teleno o Tilenus era una deidad astur/celta, asimilada por los astures romanizados al Marte Tilenus. Toda la zona rebosa de hallazgos sorprendentes como un círculo de piedra del diametro de Stonehenge hallado a 1800m de altitud, e investigado por el profesor Antonio García Montes, o los cercanos petroglifos de Peñafadiel, desde los cuales se puede ver como, en una especie de ceremonia de la naturaleza, durante los solsticios de invierno y de verano el sol se pone exactamente en el mismo lugar: el monte Teleno. La personificación de la montaña con una divinidad solar ancestral, regidora de los ciclos del principio y del fin, es evidente desde esta perspectiva. Son algunos vestigios de ancestrales cultos solares que, como hemos visto, llegan a los lugares más insospechados.
© Texto y fotografías por Alberto Guerra e Iván Delso. Foto 1 de San Pedro de Montes Wikimedia Commons,
Ruta recomendada: Sendero circular de la Tebaida Berciana
Dónde: Peñalba de Santiago, ubicada en la parte más profunda del agreste valle del rio Oza y a la entrada del Valle del Silencio, se encuentra a 22 Km. al sur de Ponferrada. El único acceso es una carretera de montaña angosta y serpenteante (LE-CV-192/21) que discurre entre los montes Aquilanos.
Qué ver: Aunque en este artículo hemos comentado exactamente las zonas más cercanas al Valle del Silencio, en la comarca hay muchos más lugares por visitar. Empezando por Ponferrada y su castillo templario, el tejo milenario de San Cristóbal de Valdueza, o Castrillo de los Polvazares, en la cercana Maragatería, un pueblo singular que está lleno de cruces de todo tipo.
Alojamiento: Recomendamos la casa rural Aromas del Oza en Peñalba de Santiago. Acogedor y a muy buen precio, vistas espectaculares al valle, una comida casera deliciosa y sobre todo la hospitalidad, la paciencia y amabilidad de Desiderio.
Links y bibliografía:
Asociación Valle del Silencio: https://es-la.facebook.com/AsociacionValleDelSilencio
Programa especial sobre el monte Teleno y petroglifos de Peñafadiel en Cuarto Milenio
RICARDO PUENTE: Por las montañas de la Valdueza. (Imprenta Moderna. León.)
JUAN G. ATIENZA: Guía de la España Mágica. Ed. Martínez Roca. Pp. 167-179.
DAVID GUSTAVO LÓPEZ: Los últimos Priscilianistas. El enigma solar de Santiago de Peñalba y San Miguel de Celanova. (Ed. Gráficas Celarayn).
El 'Enigma solar de Santiago de Peñalba' en www.diariodeleon.es
JOSÉ LUIS CORTÉS SANTOS, La iglesia de Santiago de Peñalba: nuevos datos arqueológicos (2011) ver .pdf
Mª PRADO
10 noviembre, 2016 at 12:53DADA MI CONDICION FISICA NO CREO QUE PUDIERA VOLVER HASTA LA CUEVA DE SAN GENADIO Y HACER MAS RUTAS POR ESTE MARAVILLOSO, ENIGMATICO, EVOCADOR Y POETICO VALLE DEL SILENCIO. QUIEN ME PUEDE PROPORCIONAR FOTOS?
GRACIAS
María
16 agosto, 2022 at 21:19Dónde se encuentra exactamente ese círculo de piedras? Me encantaría visitarlo.
Iván Delso
20 agosto, 2022 at 22:59Hola María,
Si te refieres a las piedras en espiral, te paso el enlace en el que podrás ver donde está:
https://www.google.es/maps/place/42%C2%B025'49.9%22N+6%C2%B033'27.4%22W/@42.430525,-6.5587342,293m/data=!3m2!1e3!4b1!4m14!1m7!3m6!1s0xd30a8dea17202ad:0x50ae2b68a1a68153!2s24415+Pe%C3%B1alba+de+Santiago,+Le%C3%B3n!3b1!8m2!3d42.4273689!4d-6.5406466!3m5!1s0x0:0xd93805ee0a193287!7e2!8m2!3d42.4305244!4d-6.5576127
Las coordenadas son: 42.430551710719776, -6.55761836514077
En la ruta propuesta del artículo se pasa por este lugar. Esperamos que esta información te pueda ayudar para visitarlo.
Un saludo.