Cívica. Un enigma en la Alcarria.
Civica, un enigma, misterio en la Alcarria
En un lugar perdido en Guadalajara se alza una construcción insólita: un laberinto vertical de piedra, lleno de recovecos, pasadizos y extrañas formas arquitectónicas. La pequeña aldea de Cívica reposa sobre un enclave difícil de explicar.

Cívica semeja una aldea tibetana o el decorado de una ópera de Wagner. El viajero no estuvo nunca en el Tíbet pero se imagina que sus aldeas deben ser así, solemnes, miserables, casi vacías, llenas de escaleras y balaustradas, colgadas de las rocas y también horadadas en la roca. Nuevo Viaje a la Alcarria. Camilo José Cela.

A medio camino entre Brihuega y Masegoso de Tajuña se encuentra este capricho arquitectónico, mezcla de la mano de la naturaleza y la de un hombre: Don Aurelio, cura de la cercana localidad de Valderrebollo, que tras adquirir una propiedad en la misma aldea se dedicó todos los días entre 1950 y hasta la década de los setenta, con ayuda de cuadrillas de vecinos de los pueblos cercanos de Valderrebollo y Yela y siempre después de la misa, a tallar en la roca todo tipo de pasadizos, arcos ojivales de inspiración medieval, balaustradas y otras curiosas formas. Cuentan que acudía a labrar la piedra de Cívica hiciera sol, lluvia o nieve, pero el propósito final de la obra sigue siendo un misterio a día de hoy.

 

Lo que si es cierto es que este lugar de paso al borde de la carretera mereció las letras de un Premio Nobel. En su libro Nuevo Viaje a la Alcarria (1984) Camilo José Cela dedica unas breves lineas a este paraje surrealista, prueba de la fascinación sutil que ejerce sobre los viajeros que pasan frente a él. A decir del breve pasaje en el libro, el maestro se toma una cerveza en el lugar, y en efecto conversando con los lugareños descubrimos que lo último que ha sido Cívica es ni mas ni menos que un bar de carretera (conocido antaño como «el bar del cojo»). Esto ocurrió así porque Don Aurelio no dejó herederos y la propiedad pasó a otras manos, y con ello a otros propósitos, algo más terrenales para un paraje tan hermético y original como este.

Entrada a Civica, arcos apuntados

Acercándonos al pie de la estructura llegamos a una puerta cerrada y varios ventanales terminados en arco ojival, de inspiración gótica. Hay una estancia en la base de la edificación pero decidimos dejarlo para el final. Nos llama la atención la cantidad de pequeños agujeros excavados sobre los arcos, y la textura negra de la roca alrededor, como si los agujeros hubieran albergado antorchas, candiles o velas.

Civica, escaleras interioresUna vez arriba, se intuye una entrada al fondo de una explanada de césped, tras un amasijo de ramas secas que parecen querer ocultarla. Tras ellas, nos encontramos ya descendiendo a través de los estrechos corredores, que cada paso, cada peldaño, parecen enconger obligandonos a veces a recorrerlo agachados. Mientras tanto se puede observar el contraste entre la piedra original, desgastada por  como arcilla enredada entre sí, y la piedra tallada, dando forma a los corredores, por donde anduvieron en su día los habitantes de este extraño lugar.

En los corredores hay excavadas pequeñas estancias, a las que sólo se puede acceder de cuclillas. Aunque no sabemos el final de las mismas es evidente que en algún momento ha sido lugares de residencia temporal de viajeros y vagabundos.

 

La Cueva de la Mora

Cuevas junto a Cívica, agua subterranea

Esta Capadocia Alcarreña está socavada por corrientes de agua subterránea y profundas cuevas como la Cueva de la Mora, a sólo unos metros al oeste de esta. Escondida detrás de una cascada, tiene su propia leyenda: Un noble árabe que habitaba en las cercanías tenía una hija de gran belleza. Ella, enamorada de un noble cristiano, provoca la terrible ira del padre y una pertinente prohibición de ver nunca más al caballero. Tras desobedecer las órdenes del padre y negándose a casarse con nadie más, la joven es encerrada en una cueva remota, en una ubicación desconocida. El caballero cristiano es incapaz de encontrarla y ella muere en la cueva sin más remedio… Hay quien dice que la joven se aparece a veces en las cercanías de la cueva, esperando la llegada del caballero.

Esta leyenda, común a otras «Cuevas» de la Mora en nuestra geografía, denota el carácter fronterizo de esta región, que durante largo tiempo en la Edad Media fue territorio fronterizo entre los reinos cristianos del norte y los dominios musulmanes del sur.

 

Cívica, un lugar muy recomendable para exploradores rurales y amantes de rarezas paisajísitcas, nos ha recordado a otros enclaves insólitos que hemos visitado como el Parque del Pasatiempo en Betanzos, el extraño monumento de Los Ojos de Ambite, la Ruta de las Caras de Buendía, la Catedral de Justo en Mejorada del Campo, etc. Son lugares irreales, al margen del tiempo y el espacio, que con sus formas caprichosas e insólitas parecen querer desafiar el sentido común dominante.

Cívica, en Guadalajara

© Texto y fotografías por Alberto Guerra e Iván Delso.

DATOS DE INTERÉS

Cívica, como llegar
 Dónde: Cívica se encuentra a poco más de 100 kilómetros de Madrid, muy cerca de Brihuega. Desde allí sólo hay que tomar dirección Masegoso de Tajuña. A unos 7 kilómetros llegaremos al pueblo de Cívica. 

 Qué ver: Estamos en la Alcarria de Guadalajara, una región llena de encanto y rincones pintorescos. Por ejemplo cerca de aquí está Brihuega, villa medieval que merece una visita con detenimiento. Ceca de aquí también otros pueblos de interés como Trillo o Cifuentes.

 Otros: La finca (actualmente en venta) está en un considerable estado de abandono, con lo cual explorar el lugar entraña algunos riesgos. Además de ello actualmente existen restricciones de acceso a las zonas interiores que conviene respetar. 
 
 Bibliografía: Nuevo viaje a la Alcarria Camilo José Cela, 1984. p. 39.

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