Caracena: villa de misterios
Caracena, misterios templarios
Un pueblo remoto en los confines de Soria, que emerge de un paisaje áspero y pedregoso, alberga una de las iglesias medievales más enigmáticas de nuestro territorio: San Pedro de Caracena. Entre sus arcos encontramos símbolos y alegorías que aún hoy parecen desafiar a los especialistas, y que bien podrían invitarnos a revisar algunos renglones de nuestra historia oculta.


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Visitar Caracena desde Tarancueña es emprender un viaje excepcional a través de las edades de la tierra y las edades del hombre.
Inocente García de Andrés, cronista de Tarancueña

San Pedro de Caracena, meta de nuestro viaje de hoy, se encuentra en lo alto de la villa y al final de un recorrido introductorio (en cierto modo iniciático) lleno de puntos de interés. En los arcos, columnas, canecillos y capiteles del templo, encontramos todo un abanico de representaciones enigmáticas: Basiliscos, dragones, una Hidra de siete cabezas, un misterioso y grotesco personaje de tres rostros… Que nos observan imperturbables desde las brumas del tiempo. Son como guardianes pétreos que parecen ocultar el secreto de recientes hallazgos arqueológicos: se habla de esqueletos enterrados boca abajo y con una moneda en la mano derecha, de leyendas «del tiempo de los moros«, de Templarios… Y en el interior del templo se encuentra una lápida con una rotunda inscripción condenatoria o damnatio: «Pertenebat ad malam sectam».

caracena

Aquí suenan ecos de los tiempos de brujas y herejes, atributos de una villa olvidada de la geografía española, al sureste de la provincia de Soria y a 30 km del Burgo de Osma, que alberga además dos fortalezas (una cristiana y otra musulmana), una interesante ruta de senderismo con historia, una cárcel medieval (con un poste de justicia que da de qué hablar), un puente romano y aún más sorpresas, todo ello envuelto de un halo de mágico aislamiento espacio-temporal en uno de los pocos pueblos que quedan en españa comunicados aún ¡por una sola carretera!.

En marcha por el Cañón de Caracena: Leyendas y Batallas

Si se dispone de tiempo, esta ruta de 16 km (en total. Ida y vuelta.) desde Tarancueña hacia el norte es el método ideal para llegar a nuestro destino. No es lo mismo llegar a un lugar así en coche que hacerlo como los antiguos viajeros que atravesaban esta Ruta de la Lana, o los peregrinos jacobeos que a través de este paraje se afanaban en llegar a Burgos, y así al Camino Francés. Por el camino, entre las grandes hoces del río Caracena, repasamos los recuerdos del lugar.

ruta cañón senderismi Caracena desde Tarancueña

Abderramán III

Abderramán III

La leyenda nos sitúa en el año 939, durante el califato de Córdoba. Abderramán III, tras haber sido derrotado no lejos de aquí, en la Batalla de Simancas, huye con sus tropas a través de este desfiladero en dirección a Tarancueña. El ejército está diezmado y exhausto pero confía en poder huir por el cañón, en lo que pensaba que sería un salvoconducto seguro para él y sus hombres. Nada más lejos de la realidad. El Rey Ramiro II de León y el Conde Fernán González barajaban con certeza este hecho y habían enviado a sus tropas ejecutar una terrible emboscada desde los alto de los barrancos. Al paso del califa, los soldados del Rey y el Conde los atacan desde lo alto del angosto paraje, con flechas, lanzas, hondas, masacrando los restos del ejército e hiriendo al propio Abderramán, quién desde entonces jamás volvería a dirigir una batalla desde el terreno. El cronista Al-Muqtabis llama a este día la «Alhandega» o «la jornada del Barranco».

Poco antes de estos hechos, tanto cronistas cristianos como musulmanes relatan un «curioso» suceso:

Encontrándose el ejército cerca de Simancas, hubo un espantoso eclipse de sol, que en medio del día cubrió la tierra de una amarillez oscura y llenó de terror a los nuestros y a los infieles, que tampoco habían visto en su vida cosa semejante. Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno.
Kitab ar-Rawd

Bajo un sol de justicia y con la esperanza de encontrar bajo una roca alguna cimitarra o restos de alguna armadura árabe, seguimos nuestra ruta por este angosto escenario donde además, justo en su parte media, donde nubes de roca esculpen formas caprichosas, se encuentra un yacimiento arqueológico de la Edad del Bronce. Tiermes, ciudad celtíbera, aún está cerca de aquí hacia el sur.

caracena desde el cañón

Caracena, levantado entre barrancos y altos cortados de piedra. A la izquierda, San Pedro, y a la derecha, Santa María (posible sinagoga judía en la Edad Media).

Villa de luces y sombras

rollo de justicia o picota de Caracena, plaza mayor, inquisición, tortura medieval

Hasta 1965 aún podían verse las cadenas y argollas colgando de lo alto de la picota

Atravesamos el pintoresco Puente medieval de Cantos para encontrar un punto de interés tras otro donde detener nuestros pasos. Lo primero que llama la atención son las evidencias de la gran fortificación que tuvo el lugar, con una alcazaba califal y una fortaleza musulmana, cada una a un extremo del pueblo. No en vano, toda esta zona estuvo mucho tiempo en la frontera divisoria que separaba los reinos cristianos y musulmanes. Además hay quien dice ver referencias a la orden de los Caballeros Templarios, y se sabe (a partir de informes de la inquisición) que el pueblo contó con una judería con su propia sinagoga, que fué arrasada durante un sangriento pogrom (o «devastación») en 1391.

En medio de la plaza mayor destaca, como testigo imperturbable de sufrimientos del pasado, un monumental rollo de justicia o picota (S. XVI) donde se encadenaba a los reos para ser ajusticiados o, con suerte, sólo humillados públicamente. Dicen que sobre la fría superficie de la columna aún pueden verse restos de sangre petrificada, y que de hecho hasta 1965 aún podían verse las cadenas y argollas colgando de las bocas de las cabezas de leon de la zona superior.

Intentamos dejar atrás las visiones que nos trae la imaginación sin demasiado éxito, pues al girar la cabeza nos encontramos nada menos que con la antigua cárcel de la villa. Como un bloque cuadrado y monolítico, no sobrecoge menos, ¿qué historias podrían los muros de este edificio? delincuentes, malhechores y herejes de la comunidad encontraban aquí el «martillo de brujas» y se miraban fijamente con la propia Inquisición.

San Pedro de Caracena: una síntesis del románico y más alla

Iglesia de San Pedro de Caracena, Arte Románico

Dejando atrás estos asuntos oscuros del mundo terrenal, continuamos nuestra senda ascendente hasta casi el final del pueblo donde, frente al antiguo hospital de peregrinos, se alza uno de los templos románicos más completos e interesantes de todo el país. La iglesia de San Pedro de Caracena es, en muchos aspectos, un enigma pétreo, un templo donde la simbología pagana y cristiana se unen, mezclándose en una geometría sagrada, ofreciendo al visitante un mensaje indescifrable, del cuál sólo podemos ofrecer algunos detalles.

Un pórtico hacia el otro mundo

Columna torsa o salomónica de San Pedro de Caracena

Columna ‘torsa’ o ‘salomónica’ en el pórtico

Siete arcos nos reciben. Un clásico en las iglesias del Apocalipsis. De hecho esta obra, el Apocalipsis de San juan (del griego «revelación»), servía de aterradora inspiración a artistas y arquitectos medievales. Sus símbolos eran advertencias y enseñanzas para todos aquellos que atravesaban el umbral de un lugar sagrado. Una especie de «abandona todo mal, tú que entras«, razón probable por la que los exteriores de tantas iglesias medievales se llenaran de monstruos y elementos grotescos, que a su vez tal vez procedían de la función ancestral (apotropaica) de «espantar a los malos espíritus».

En los capiteles del pórtico encontramos viejos conocidos como la bestia de siete cabezas (la meretriz de Babilonia, síntesis del pecado del mundo), centauros, arpías, caballeros en arduo combate… Todo un ideario iconográfico medieval que nos recuerda al claustro del Monasterio de Silos. Se dice que aquí trabajó uno de los maestros del claustro y, de hecho, encontramos una enigmática columna torsa o salomónica. Para todos aquellos con interés en la orden Templaria (cuyo nombre se relaciona a veces con Caracena, aún sin demasiadas evidencias), vale la pena recordar que el segundo nombre de esta columna procede de las descripciones de la forma que tenían las columnas del propio Templo de Salomón de Jerusalén, lugar del que los templarios tomarían nombre mismo de su orden.

La columna tiene una curiosa forma de desgaste en el fuste. En todas partes por el atrio hay erosiones, inscripciones y formas, hechas al parecer por los propios lugareños hace mucho tiempo, ya que este espacio era utilizado para algunas, a veces largas y aburridas reuniones vecinales, donde aprovechaban para afilar las navajas con lo que tenían a mano. Y si era la propia iglesia, bien servía.

«Pertenebat ad malam sectam»

Caronte, (Benlliure, 1919)

Caronte, (Benlliure, 1919)

Como decíamos, para algunos autores existen indicios de la presencia de la Orden Templaria en Caracena. No lo sabemos a ciencia cierta pero desde luego han tenido lugar ciertos hallazgos que como mínimo disparan la imaginación. Por ejemplo, durante una excavación arqueológica en 1986 se encontró en el exterior un esqueleto enterrado con las manos cruzadas sobre la cadera que guardaba en su mano derecha una moneda de Enrique IV de Castilla (1454- 1474). Este fenómeno, ya constatado en yacimientos arqueológicos y que se puede tomar como un detalle sin importancia, puede poner en comunicación estos enterramientos (en tierra sagrada) con el ritual pagano del Óbolo de Caronte. Una creencia según la cual se debía dejar junto al difunto una moneda como pago a Caronte, el barquero del más allá que se encargaría de transportar el alma del muerto al otro mundo, atravesando las aguas de la laguna Estígia.

Pero el enterramiento en el que se encuentra este ritual data nada menos que del siglo XV. ¿Cómo es posible que, en el imperio absoluto del cristianismo europeo, coetáneo a la propia Inquisición, pervivieran con tanta naturalidad prácticas paganas en esta época tan enormemente tardía?. Hallazgos como éstos podrían hacer replantearnos ciertos pasajes de algunos libros de historia.

Además de este hallazgo, en el interior de la iglesia se encuentra una lápida que reza la mencionada inscripción «Pertenebat ad malam sectam» (o «perteneciente a la secta mala») que a día de hoy sigue siendo un enigma. Se habla a veces de uno, otras veces de dos esqueletos, desnudos, enterrados boca abajo, de alrededor de 2 metros de altura, que fueron encontrados enterrados de forma ignominiosa bajo esta sombría y enigmática lápida.

El Trifronte de San Pedro
Trifronte en la iglesia de Caracena

Jano, el dios Lug de los celtas

Jano, dios romano de las puertas

Por si todo lo anterior fuera poco, si abandonamos nuestra vista sobre los canecillos del ábside, encontraremos otro elemento de interés: un grotesco personaje de tres rostros que, desde lo alto, parece reírse de nuestra ignorancia. Hay quien dice ver aquí un Baphomet templario (una representación diabólica de tres rostros), pero lo cierto es que puede haber más posibilidades, sobre todo teniendo en cuenta el fuerte arraigo paganizante que evidencian los restos arqueológicos.

Desde la época celta vemos como en muchos lugares de Europa se rinde culto a dioses de varios rostros: tenemos al dios celta Lugus, que ocupaba el grán escalafón en el panteón de dioses de los celtas. Adorado desde Hispania hasta Irlanda, Lugus o Lugh era regente y rey de los dioses, dios de los viajes, de la acuñación de moneda, fundador de ciudades (como Lugo en Galicia o Lyon en Francia), Lugus es «el dios que ve lo oculto«. Y en su representación arcaica, se aparecía como un ser de triple rostro. En irlanda la Vía Láctea se llamaba «La cadena de Lugh».

trifrontes y dioses de la antiguedad

En época romana, el emperador Octavio Augusto fue permisivo con la religiosidad indígena, y reconoció sin dificultades a Lugus como una representación más del dios romano Janus. El culto a Ianus en roma dependía del propio Emperador y él mismo conocía las trascendencia de su significado sagrado: Jano y era el dios del comienzo y final de todas las cosas. Por eso se le dedicó el mes de enero (ianuarius). También era el dios de las puertas, por eso su símbolo son las llaves y, ¿cuál es el símbolo de San Pedro? Exacto, las mismas llaves que podemos encontrar esculpidas sobre el dintel de la puerta de entrada de San Pedro de Caracena.

 llaves-pedro-lug

Una fortaleza en el abismo

Castillo de Caracena

Cuando pensamos que no hay nada más que ver, Caracena aún guarda más tesoros por visitar. Si seguimos pendiente arriba, tras un cuarto de hora de marcha llegaremos a la todavía impresionante fortaleza cristiana, desde donde podremos ver los restos de murallas que rodeaban lo que en su día debió ser la gran población de Caracena. Hasta hace relativamente poco en la historia, los materiales de construcción eran bastante endebles (madera, adobe, etc) y para colmo los más resistentes se reutilizaban. Cabe pensar que Caracena, en su mayor momento de expansión, pudo contar con amplias zonas construidas a base de madera que con el paso del tiempo se han ido perdiendo, pero que tal vez podían llega hasta las cercanías del castillo.

El castillo de Caracena surge como tal en el siglo XV, pero se asienta sobre otro anterior (del siglo XI) tras la guerra mantenida entre el señor de la villa Juan de Tovar contra los Reyes Católicos. No menos impresionante que las batallas que debieron tener lugar aquí es el propio lugar donde fue construido: al borde de sendos precipicios, hasta el fondo de los cuales llegaba la muralla que conectaba con la alcazaba musulmana. Además, para entrar en el interior de la fortaleza había que sortear tres accesos, lo cual evidencia unas grandes medidas de seguridad, algo comprensible al estar en tierra fronteriza.

Vale la pena abandonar la vista una última vez para observar el paisaje alrededor, áspero y duro pero también fresco y enigmático bajo los últimos rayos del sol. Desde el abismo que nos rodea, aún parecen oirse gritos de guerra y extraños cánticos de otras épocas. Es el momento de emprender nuestro regreso nocturno a Tarancueña, ¡que Lugh os proteja en el camino de vuelta!.

© Texto y fotografías por Alberto Guerra e Iván Delso.

De Tarancueña a Caracena por el cañón

DATOS DE INTERÉS

 Dónde: Caracena se sitúa al suroeste de Soria. Se puede llegar a través de la A-1 o la A-2, después la nacional N-110 y finalmente la carretera SO-V-1601 que termina en el pueblo. También es posible, como comentamos en el artículo, realizar la ruta desde Tarancueña, cuyo trayecto es diferente, realizando el desvío en la nacional N-110 cogiendo la carretera SO-135 a la altura de Ayllón.

 Qué ver: Recomendamos visitar el Yacimiento de Tiermes que cuenta con hallazgos desde el Neolítico hasta la época medieval. También animamos a visitar los pueblos de los alrededores como Retortillo de Soria con un portón muy interesante a la entrada del pueblo.

 Links y bibliografía: 

https://www.somoscaracena.com/

Sobre algunos hallazgos arqueológicos en el exterior de la iglesia de San Pedro: https://www.islabahia.com/aprodebur/Arevacos/24_enero2006/24caracena.htm

MORALES HERNÁNDEZ, F. y BOROBIO SOTO, Mª J.: Excavaciones arqueológicas en la iglesia de S. Pedro de Caracena (Soria). Actas del IIº Symposium de Arqueología Soriana. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Soria. Colección Temas Sorianos, nº 20, Soria, 1992.

JESÚS ÁVILA GRANADOS:  Caracena: la villa templaria. Revista Año Cero nº253.
4 comentarios Mostrar comentarios Ocultar comentarios
  • Qué interesante. Sabiendo todo esto uno lo visita con otros ojos.

  • Muchas gracias por descubrirme este pueblo que desconocia que existia.Me encanta la Castilla profunda y sus enigmas.Pienso visitarlo en cuanto pueda.

  • Genial y muy ameno reportaje. Me han entrado ganas de volver. Lo cierto es que toda esa zona me gusta mucho y me encantaría patearla. Tengo especial predilección por Tiermes, un lugar donde no me cuesta nada volver a tiempos remotos, aunque solo sea durante un rato. Gracias.

  • Excedente artículo. Soy de Sigüenza, conozco relativamente bien Tiermes y sin embargo Caracena para mí es totalmente desconocida, aunque no lo será por mucho tiempo.
    Gracias por darnosla a conocer.

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